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30 oct 2015

Mi encuentro con Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz

 “Procura ser tan grande que todos quieran alcanzarte y tan humilde que todos quieran estar contigo. La grandeza de un ser humano se mide por su humildad. La humildad es base de toda grandeza” (Mahatma Gandhi)

Era una mañana de sábado 10 de octubre, día maravillosamente cálido en la hermosa ciudad de Cochabamba-Bolivia, anfitriona de la II Cumbre Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y Defensa de la Vida. Quedé gratamente sorprendida al ver al Premio Nobel de la Paz 1980 en una entrevista en los predios de radio CEPRA. 
Escuché atentamente que interpeló al periodista y le dijo con firmeza y vehemencia: “Permítame corregirle, no existe capitalismo salvaje, el capitalismo vive en la ciudad, tiene dinero y no tiene corazón, pero el salvaje vive en el campo y la selva, ama, cuida y vive en armonía con la madre naturaleza”. Me emocioné y dije ¡Grande Adolfo!, noble y lúcido ser humano, pronto a cumplir 84 años este 26 de noviembre.
Finalizada la entrevista me aproximé, y su humildad me voló la cabeza. 
Realmente para ser humilde se necesita grandeza, y advertí que Adolfo es un hombre altamente ético y que su humildad tiene la misma dimensión. Lo miré profundamente mientras tomaba su mano y advertí cero soberbia, por lo tanto, cero ignorancia, tenía una conmovedora humildad y gran sabiduría.
Fracción de segundos cierro mis ojos y galopan en mi mente nombres de personas que al llegar a altos cargos de gobierno, se desprenden del disfraz oficial y deja en evidencia su perfil más miserable y que raya en la soberbia, en la pedantería, en la grosería como producto de su falta de humildad por su ignorancia en bruto. 

Es que la mente humilde es plausible por naturaleza porque sabe escuchar y aprender. En el otro bando está la mente soberbia, arrogante, el que se cree que lo sabe todo y el que cree estar por encima de los demás, el que genera crítica destructiva con el único fin de trasladarnos a un espacio hostil.
Al estar frente a un monumento literario, cómo no recordar el saludo inicial en su discurso al recibir el Premio Nobel de la Paz en 1980:

“Con humildad estoy ante ustedes para recibir la alta distinción que el Comité Nobel y el Parlamento otorgan a quienes han consagrado su vida en favor de la PAZ, de la promoción de la JUSTICIA y la solidaridad entre los pueblos. Quiero hacerlo en nombre de los pueblos de América Latina, y de manera muy particular de mis hermanos los más pobres y pequeños”.
Ahora personalmente escuché su discurso en la II Cumbre Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático, fue un mensaje emotivo y taxativo, sólo comparto un fragmento:

“El Siglo XXI enfrenta a la humanidad con grandes desafíos de defender y resguardar la Vida, amenazada por los grandes intereses económicos y políticos, donde una minoría poderosa privilegia el capital financiero sobre la vida de los pueblos. Son aquellos que saben el precio de todas las cosas y el valor de ninguno, ignoran que precio y valor no son lo mismo. El desafío fundamental está en manos de los pueblos que se asuman como protagonistas y constructores de su propia vida y de su propia historia, y deben actuar antes que sea tarde”. 
Gracias Maestro… hasta siempre, le dije al final de la conversación…conversación que me reservo, para recordar por siempre al Premio Nobel, Adolfo Pérez Esquivel.

Por: María Eugenia Claros Bravo
Directora Visión Z-Bolivia




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