Por:
Leila Cortez Pérez*
Un
nombre por demás de distractivo, pomposo y hasta glamoroso para
referirse a lo que todos conocemos como TORTURAS.
Fue
noticia el informe del congreso de EEUU sobre los actos
“antiterroristas” de la CIA, en el que se destaca las horrendas
torturas aplicadas a prisioneros sospechosos de terrorismo, como
método de interrogación y castigo. A pesarde no ser novedoso que en
las cárceles norteamericanas donde mantienen detenidos a presos
políticos, se tortura y se viola impunemente los derechos humanos,
esta noticia no dejó de sorprendernos por los detalles de los
ultrajes. ¿A quién no quebrantó su ser?
Unos
con un poco de decencia y cierta vergüenza reconocían éstos como
“errores”; otros, allegados a uno de los principales alentadores
de estás “técnicas” como es el ex presidente George Busch, los
justificabanbajo el argumento de haberlogrado frenar otros actos
terroristas. La nota extraída del periódico El Deber versa en una
de sus partes:
“…
los
métodos de interrogatorio aplicados por la CIA fueron "brutales
y mucho peores" de lo que se había admitido hasta el
momento.
El presidente de la comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Mike Rogers, dijo que la divulgación era "una pésima idea" y que "nuestros aliados nos dicen que provocará violencia y muertes".
El presidente de la comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Mike Rogers, dijo que la divulgación era "una pésima idea" y que "nuestros aliados nos dicen que provocará violencia y muertes".
¡Nada
más falso! Qué más violencia y muerte que las acciones, técnicas,
tratos y demás ramas afines (es todo un paquete) que imprime este
país norteamericano so pretexto de combatir el terrorismo y por la
defensa de la democracia de su nación y del mundo –sin que nadie
se lo pida-.Lo único que hemos visto, al menos la última década,
son invasiones; exterminio de pueblos y culturas; destrucción de
ciudades y edificaciones históricas. ¡Cuánta pérdida para la
humanidad!
Familias
heridas, sin hijos, sin padres, sin madres, sin abuelos, sin abuelas,
con inmensurables afectaciones psicológicas que no solo impactan las
individualidades o las colectividades más inmediatas, sino incluso
el desarrollo humano, económico y cultural de tantos pueblos que a
mucho costo deben reconstruir su entorno, su infraestructura y su
autoestima, sus ganas de trabajar y decrecer, de lograr una vida
decente, en suma … de alcanzar la felicidad. Y en medio, muchos
otros pueblos que en años no lo consiguen aún y como secuela siguen
muriendo de pobres¡¿Qué más violencia que eso?!
Un
día tenían que hacerlo público y dialogarlo, digerirlo, ellos, los
propios norteamericanos. Mientras les gritábamos los del Sur no era
válido, ahora la realidad les golpea en sus entrañas. Faltará
saber en qué desencadenará este asunto público de la sociedad y el
Estado norteamericano. O lo siguen tapando o le ponen punto final
¿Será que nos arriesgamos a tener fe en que van a parar?
*Leila
Cortez Pérez es periodista y activista de los derechos humanos.
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