“Una humilde anciana indígena ayorea boliviana, extendía la mano y con una sonrisa que parte el alma pedía una limosna, su mirada reflejaba un profundo sufrimiento”
Por: María Eugenia Claros Bravo
Directora Periódico Visión Z
Estos días de junio fueron de profunda tristeza para mí.
La muerte de una entrañable amiga me llevó hasta Puerto Suarez, la frontera de Bolivia con Brasil. Era la misma tristeza que sentí cuando partió de este mundo mi gran amigo y consejero Fortunato Esquivel.
En estos momentos me digo: “más vale una triste sonrisa que la tristeza de no volver a sonreír”.
Para relajarme un poco, me fui a Corumbá-Brasil, con la intención de distraerme y alegrar mi espíritu maltrecho. Grande fue mi sorpresa y dolor al encontrarme con una mujer ayorea sentada en la acera del banco Bradesco.
Me tomé la cabeza…Dios mío…lo que me faltaba…encontrarme fuera de nuestras fronteras con una humilde anciana indígena ayorea, su mirada reflejaba sufrimiento, extendía la mano y con una sonrisa que parte el alma pedía una limosna…me acerque muy afectada y le pregunté por qué estaba allí tan lejos de nuestra tierra.
Me dijo humildemente: “Somos pobres y no tenemos para comer, vivo en Yacuse y hace 33 años que vengo a este mismo lugar los lunes, miércoles y viernes, al caer la tarde me voy, aquí reúno 100 reales que son 220 bolivianos y en la frontera me compro víveres y llevo a mi familia para que comamos todos”.
Dios… mis lágrimas intervienen como un mecanismo de defensa y desahogo… es que esa humilde anciana me recuerda a mi madre, porque yo vengo también de una mujer indígena guaraní. Unerogue Dosapet es el nombre de la mujer ayorea que mendiga el pan de cada día en Brasil.
Es natural en el ser humano que nos sintamos tristes algunas veces. Esa tristeza puede ser muy profunda, como también pasajera. Claro, depende del motivo que ocasiona esa tristeza.
Particularmente, también a mi entristece el mal trato que veo de los funcionarios hacia las personas. Son malos funcionarios que se consideran propietarios del lugar donde trabajan, e incluso llegan a increpar y colgar el teléfono a quienes consultan por segunda vez. Principalmente ocurre en las instituciones políticas que tendrían que estar al servicio de los ciudadanos. De esos he visto mucho, he sido testigo y alguna vez fui víctima también de ellos.
Pero cuando me siento muy herida, hasta las lágrimas, pasa algo curioso conmigo y que me recuerda a la leyenda de la maldición de Ernesto Che Guevara, ahora que celebramos los 87 años de su nacimiento. Esa leyenda hace referencia a enfermedades y muertes misteriosas de la que fueron víctimas quienes participaron en el asesinato y la desaparición del cadáver del “Comandante Guerrillero”. Muchos dicen que el espíritu del Che retornaba del más allá para saldar cuentas a sus verdugos.
A veces es simple casualidad, pero comparto con mis lectores un par de ejemplos…hace unos 3 años visite una institución indígena en La Paz, su ejecutiva tenía fecha y hora para recibirme. Me presenté el día indicado, mandó decir que la esperara, estuve 5 horas y cuando salía ella para dejar su despacho, me miró despectiva y me dijo que no tenía tiempo para recibirme y que volviera otro día….yo la miré desolada, afectada casi hasta las lágrimas….no podía creer que un miserable cargo político tornara dictadora a una humilde mujer indígena….ahora ella está recluida en una cárcel…su nombre es Elvira.
Otro caso que me estremece es de una alta funcionaria de una institución del Estado…la mentira y la manipulación era su carta de presentación…derramé lágrimas cuando fui víctima de extorsión por parte de ella…ahora está recluida en una cárcel…su nombre es Selva.
Dos casos de funcionarios de rango medio….uno de ellos por teléfono me agravió de la manera más hiriente….a los dos meses fue echado del cargo de una manera salvaje… otra funcionaria me contestó profiriendo términos hirientes para luego colgarme el teléfono de la manera más grosera….ahora, ella renunció al cargo, las razones desconozco.
Aclaro que no intervine en ninguno de estos casos para que sean sancionados…es decir, no levanté un dedo ni me quejé a nadie….y es que en la vida sólo hay que ser cordial, afectuoso y sincero, no herir a las personas bajo ningún concepto, ser respetuosos, sólo mirar hacia abajo si vamos a levantar a alguien, la vida se encarga de devolvernos el doble de lo que damos a los demás.
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