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2 ene 2016

Muchas decepciones y ninguna sorpresa.





“El sueño de Macri es la Alianza del Pacífico, que será la pesadilla para la región. Desideologizar es abandonar la independencia para volver a ser colonia, retornar al patio trasero, a las relaciones carnales, a un nuevo consenso que nos someta por unas cuantas décadas. A partir del jueves 10 ocupan la Casa Rosada funcionarios argentinos que se jactan de que el imperio acaricie tiernamente sus colonizadas cabezas”

Por: Gustavo Rosa (Argentina)*

El nuevo presidente no sorprenderá a nadie pero decepcionará a casi todos, tanto a los que lo votaron con convicción clasista como por confusión mediática. La única promesa que se hará realidad es la devaluación de la moneda, que ya se está manifestando con el sinceramiento de precios, fenómeno especulativo que días atrás llamaban ‘inflación’.

Sin dudas, los medios dominantes se encargarán de subtitular la tragedia para dulcificar los estragos y responsabilizar por lo que se viene a la culpable de todos nuestros males: CFK. La Presidenta lo había anticipado en la apertura del Congreso: dejará un país cómodo para la gente pero incómodo para los dirigentes. Cambiar fue la impronta que condujo a Macri hasta La Rosada, sin recorrido ni límites. Desde liberar el dólar hasta erradicar la pobreza, desde el dominio del mercado hasta la búsqueda de la felicidad. Todo sin enojos ni conflictos, con buenos modales y mucho republicanismo. Nada de eso será posible porque, un poco antes de asumir, está tratando de incumplir leyes y desplegar su poder para imponer sus caprichos. Y cada tanto se le escapa un poco su desconocimiento y bastante la adoración imperial y su espíritu anti democrático.

Uno de los principales señuelos que Mauricio Macri presentó en su campaña fue la eliminación del llamado cepo cambiario, un control de la moneda dominante para que la especulación no nos vacíe ni condicione la economía doméstica. Una promesa para los dólaradictos que en el clímax cacerolero pretendían convertir la pulsión por el verde en un derecho constitucional. Según muchas de sus declaraciones, el día siguiente de su asunción ya todos podrán comprar dólares sin restricciones. Sin embargo, su seguro ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, advirtió que eso sería una medida irresponsable. Los controles y restricciones seguirán pero ya no irritarán tanto a la población porque el ex Gran Diario Argentino lo desplazará de su agenda o lo transformará en una excelente medida para cuidar la economía del país. Manipulación en estado puro.

No es que uno se oponga a la continuidad del cepo tan denostado por los que ahora se convertirán en sus apologistas. Al contrario, eso tranquiliza un poco. Lo que más molesta es la hipocresía, porque eso sirvió como ariete para desgastar al segundo gobierno de Cristina de manera incansable. No sólo eso molesta. El jueves pasado, el entrante ministro mantuvo una conversación telefónica con el titular del Departamento del Tesoro norteamericano, Jack Lew, para detallar cuáles serán sus primeras medidas económicas. Y esto no se conoció gracias al espionaje ni a una delación, sino porque sus asesores lo contaron con orgullo. A partir del jueves 10 ocupan la Casa Rosada funcionarios argentinos que se jactan de que el imperio acaricie tiernamente sus colonizadas cabezas.

Alambrar la independencia.


Sin embargo, Macri insiste en mostrarse como un exponente de la no-política. Gran paradoja en un político, como si un carpintero renegase de la madera. Ni bien terminó su aséptica reunión con Dilma Rousseff, el Presidente Amarillo se comprometió a “trabajar desideologizando la región”. Pretensión patricia, si las hay, porque no reconoce sus ideas como tales, sino como sentido común. Para él –y muchos como él- no es ideología que un futuro ministro explique sus medidas económicas al presidente del Tesoro Imperial antes que a los ciudadanos. Para él –y muchos como él- no es ideología considerar “preso político” a un opositor que organizó una revuelta callejera con barricadas y francotiradores, con el objetivo de tomar el poder y matar al presidente venezolano, con un saldo de 40 muertos y condenado a prisión en un juicio legal. Para él –y muchos como él- no es ideología aplaudir si hechos similares que ocurren en el país del Norte terminan con el autor fusilado en plena calle sin necesidad de demostrar la culpabilidad. Para él –y muchos como él- es habitual condenar los atentados que ocurren en Europa pero mirar para el costado cuando bombardeos indiscriminados masacran población civil en tierras inundadas de petróleo. Para él –y muchos como él- lo primero es terrorismo y lo segundo, daño colateral. Y eso no es ideología, según él y los que son como él.

¿Cómo hará el Ingeniero para borrar las ideas de liberación que forjaron estas tierras? ¿Prohibirá los sueños de San Martín, Belgrano, Bolívar, Martí y muchos otros que sangraron por su pluma? ¿O dirá, como siempre, que el pasado no importa sino que la vida es puro futuro? O peor, sólo presente. Desideologizar, para Macri y todos los que son como él significa deskirchnerizar Argentina, deslulizar Brasil, deschavizar Venezuela, desevorizar Bolivia.

¿Deslatinoamericanizar Latinoamérica? El sueño de Macri es la Alianza del Pacífico, que será la pesadilla para la región. Desideologizar es abandonar la independencia para volver a ser colonia, retornar al patio trasero, a las relaciones carnales, a un nuevo consenso que nos someta por unas cuantas décadas.

Por eso quiere controlar los medios públicos, porque gran parte de los privados ya están con él. Las presiones mediáticas, políticas y judiciales contra Martín Sabbatella, ¿buscan desmantelar el AFSCA para que Clarín pueda sepultar la adecuación a la ley? Desideologizar, ¿será acrecentar aún más el poder concentrado del Multimedios? La embestida contra Tristán Bauer, ¿tendrá como objetivo descafeinar medios públicos como Paka Paka, Encuentro y la TV Pública? El pedido de que 678 desaparezca de la escena televisiva, ¿sugerirá la idea de recrudecerla colonización de las conciencias para quedarse por siempre?

A partir del 11 de diciembre Macri necesita que todas las voces sean oficialistas para garantizar una libertad de expresión que consolide un discurso que exprese una sola ideología: la del mercado más bestial. El periodismo independiente estará al servicio de los que quieren nuestra dependencia. Durante todos estos años tendieron la trampa y muchos cayeron en ella.

Pero no por mucho tiempo. El público desconfía de los medios que sólo hablan bien de los gobiernos. Desde ahora, muchos canales y radios capitalinas serán oficialistas en 3D: CABA, Buenos Aires y Nación, algo que romperá la rutina denuncista de la programación habitual. Si dicen que las cosas andan muy bien será porque las cosas funcionan muy mal. La sospecha que ellos mismos han instalado se les volverá en contra. Esa perversa lógica que han construido terminará desmoronando la credibilidad de estos medios que “siempre han estado del lado de la gente”. Una nueva batalla surgirá en estos tiempos desde los más pequeños lugares de participación: la calle, el club, el colegio, la facultad, las redes sociales. Primero será la resistencia, después, la memoria y finalmente, el retorno. Cuando se desmorone el maquillaje del cambio –“más temprano que tarde”- tendremos la fortaleza y las convicciones necesarias para que nunca más nos engañen con tanto jolgorio, cotillón y bailecitos. Entonces, bailaremos nosotros una danza que nunca más deberemos abandonar: la de los pueblos felices que, con sus manos, han construido el país libre y justo con el que siempre hemos soñado.

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